Apreciado amigo/Apreciada amiga de La Corriente:
Una de las parábolas más conocidas —y también más precisas— de la cultura cristiana es la del sembrador. La semilla, nos dice Jesús, a menudo se pierde y no fructifica si no cae en buen terreno. Todos entendemos que esa semilla es la fe: puede crecer con una fuerza extraordinaria, pero también puede no arraigar, quedar asfixiada o ser demasiado débil para superar las adversidades.
Ahora bien, ¿y el terreno? ¿Qué quiere decir, realmente, “buen terreno”? Quiere decir las condiciones que hacen posible el desarrollo de la fe. En términos seculares, significa la existencia de unos marcos de referencia en nuestra sociedad: aquellas ideas fuerza, valores, creencias y formas de entender la vida que orientan nuestras decisiones y nuestros juicios. Todo eso es lo que, en sentido amplio, llamamos cultura: nuestro modo de vida.
Y es precisamente aquí donde radica el problema. El terreno, hoy, es adverso —cuando no directamente incompatible— con la fe. Por eso la transmisión cristiana encuentra tantas dificultades. Necesitamos otra cultura, otros valores y otros hábitos de vida si queremos superar las crisis que se acumulan. Y eso solo lo podemos encontrar en nuestro fundamento insustituible: la cultura cristiana.
Para que esta cultura pueda generalizarse, generar nuevos marcos de referencia alternativos a los actuales, es necesario también que existan políticas públicas y leyes que la hagan posible. Esta es la tarea específica de La Corriente: que los fundamentos de las políticas públicas y los marcos culturales asuman con plenitud la cultura y la concepción social cristiana. Si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo hará? Y si no se hace, ¿cómo podremos transformar para bien nuestro país?
Partimos desde muy abajo, y el camino inicial es empinado. Pero hay que recorrerlo. No es una opción: es una necesidad. Una necesidad que exige el compromiso de todos —un compromiso posible, en el día a día o de manera más ocasional, pero compromiso al fin y al cabo.
El retroceso del cristianismo no es mérito de otros, sino consecuencia de nuestra falta de visión y de acción. Ahora tenemos una oportunidad concreta: la Asamblea de La Corriente del 22 de noviembre. Es una cita que expresa nuestro compromiso.
Por eso te pido un esfuerzo: reserva este sábado por la mañana, pon este encuentro por delante de otros compromisos y ven a hacer crecer el buen terreno.
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¡Paz y bien!
Josep Miró i Ardèvol
-Presidente-
Corriente Social Cristiana (e-C) «La Corriente»
